Lentamente abrió el maletero. Su mano se deslizó con
suavidad para en un acto de sublime delicadeza levantar, como se alza la luz
sobre las tinieblas, la puerta. Expectantes, mi hermano y yo desde la otra
acera de la calle observábamos la escena con la incertidumbre del final de una
novela de Agatha Christie. Nuestros ojos ni siquiera se permitían el lujo de parpadear
para no perder ni uno de los detalles del momento. La vida seguía ajena a
nosotros: las madres llevaban a sus hijos al colegio, los abuelos daban su
paseo vespertino, las furgonetas de reparto ocupaban las dobles filas. Todos
desconocían el secreto que mi hermano, la policía que paró el coche y yo estábamos a punto de descubrir. Y cuando
uno de los agentes extrajo aquel pequeño paquete envuelto en una toalla blanca
con flores amarillas el otro gritó: “¡Chicos, largo de aquí!”.
Microrrelato participante y seleccionado en el I Concurso de Microrrelatos en la I Semana del Libro de Daroca.
¡Qué bueno! ¡Enhorabuena!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Patricia!! la malo que seguiremos con la duda jejejeje
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