Le gustaba esperar. Le daba tiempo para asimilar las
cosas, para saber a lo que atenerse. Le gustaba esperar en la sala del médico,
en la estación de autobús, en la fila del súper, en el parking. Le ayudaba
mucho el hecho de no trabajar y no tener unos horarios a los que estar atado.
El tiempo no corría en su contra, ni a favor, simplemente se desplazaba
suavemente como aquellas nubes a las que miraba mientras esperaba en la
gasolinera. Sabía que un día todo aquello terminaría, que la rutina, los
horarios, las prisas volverían a su vida como el otoño vuelve cada año a
terminar con el verano. Pero incluso para eso le gustaba esperar.
Pero no nos hagas esperar mucho por tu próximo microrrelato. Creas momentos mágicos cada vez que te leemos y no queremos esperar. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Alma rural, mira que me vas a sacar los colores jejeje.
ResponderEliminarGracias por pasarte por aqui y leer estas cosicas!!