Cada vez que enchufaba un cable USB, un dispositivo
móvil, unos auriculares o un HDMI se sentía como Neo. Tenía la sensación de
estar metido en un mundo tecnológico que apenas controlaba, pero del que quería
saber todo. Había visto aquella película con su nieto pequeño, el fan de la
ciencia ficción, cientos de veces. Y ahora él estaba allí, conectando cables a
ordenadores e imaginándose en otros mundos donde la tecnología le ofrecía universos paralelos para ser un héroe y derrotar al señor Smith.
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