30 abril 2016

Mitología desclasificada





Una de las siete hermanas era diferente. Desde pequeña en el Olimpo jugaba con carros, caballos alados y rayos de juguete como los de Zeus. Vestía como Heracles o con el casco de Atenea. Sus hermanas andaban preocupadas por ella, desatendía sus deberes cotidianos con la humanidad, evitaba las banalidades de la ociosidad de las musas, incluso actuaba ajena a las trifulcas entre dioses y humanos. Todo se agudizó cuando se enteraron por su archienemiga Codicia de que ahora se hacía llamar Geni, para evitar el nombre de Generosa. “Es sólo una mala época” comentaba Atenea quitándole importancia. “Se está buscando a sí misma” esgrimía Ártemis a favor de la chica. Pero lo cierto es que el día a día desenvolvía una nueva Geni, cada día más masculina, con rasgos más marcados y angulosos. Entre tanto la humanidad andaba sumida en el caos. Mezquindad, Egoísmo, y Codicia acampaban a sus anchas por las tierras conocidas, imparables ante la debilidad de las virtudes. Hasta que Zeus, aconsejado por Hermes, decidió que cada cual se mostrara como se sintiera en el Olimpo, sin ataduras ni complejos. Y las virtudes volvieron a su esplendor, siendo 6 hermanas y un hermano.


Microrrelato seleccionado en el "III Concurso de Microrrelatos Las 7 virtudes de la Humanidad"  y que aparece en el libro  ‹‹Las 7 virtudes de la Humanidad››  que recoge las voces de 125 autores. 




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