28 octubre 2015

La escolinha de Muanona




Su sonrisa me traspasó como un cuchillo. Ese haz de luz blanca apareció de la nada al ver el globo volar lentamente. No podía creer como las cosas insignificantes hasta antaño se llenaran de un sentido totalmente nuevo. Todas las palabras estaban cambiando su significado desde que estaba en la escolinha de Muanona en Nacala, Mozambique. Como unas serpientes dejaban atrás su piel para envolverse de una nueva, con más tonalidad, sonoridad y belleza; todo ello ayudado por los niños y las mujeres de allí. El saludo o las gracias, antes algo cortés y repetitivo, se tornaba alegría, respeto e ilusión. Los posesivos, antes de mudar de piel eran egoístas y materialistas, ahora se vestían de plurales a compartir. Los adjetivos, fríos y coordinados, se renovaban ante mis ojos para ofrecerme un arcoíris de sensaciones transmitidos con gestos. Los verbos, inmóviles en mi ciudad del cierzo, se desplazaban hasta lugares insospechados dispuestos a  remover mi alma y mi mundo. Todo cobraba un sentido nuevo, incluso yo que me descubrí de nuevo y mudé mi piel para dejar atrás mis días rojos, como decía Audrey Hepburn, y empezar a colorearlos no en Tiffani´s sino en África. 



Fotografía: Cedida por Pilar Modrego.

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