05 septiembre 2015

Relevos




No es que fuera demasiado vieja, pero la vida no le  había tratado bien. Todo el día de aquí para allá, recibiendo golpes, empujones, manoseada una y mil veces. Cada herida un parche, cada descosido un remiendo.
Sabía que los trapos sucios se lavaban en casa, pero de vez en cuando había que airearlos en público. Acabó compartiendo piso con un viejo zapatero remendón cuando ante la falta de ruedas fue relegada al olvido. Portadora de sueños y mentiras, siempre pensaba: “Bueno, que me quiten lo viajao”.


 

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