25 septiembre 2015

El amor es como un libro de recetas…



Pilar y Sergio lo saben, por eso esto va dedicado a ellos:

El amor es como un libro de recetas…

Lo primero que se necesita, tanto en la cocina como en la vida, es pasión. Hay que sentirse apasionado con algo, tener pasión por algo, despertar la pasión en algo.
Antes de empezar a cocinar recibiréis muchos consejos: “Que si esto se hace así, que acostúmbrate a que te salga asá, que ya está todo hecho, que no te precipites…” Muchos de ellos vendrán de gente que os quiere y sin ninguna mala intención, pero hasta que no estéis metidos en harina no habrá consejo que valga. Uno debe de experimentar por si solo, comprobar y tener experiencia para poder después opinar y extraer una lección.
Buscaos  unos buenos útiles de cocina: No escojas cualquier cuenco, ni cualquier cuchara para remover. Elegid bien ya que ellos os ayudaran, os guiaran y os facilitaran la vida. Los amigos, la familia y los compañeros  serán esos útiles necesarios para  la elaboración de cada plato que queráis cocinar en la vida.

¡Así que elaborad vuestro menú de amor para toda una vida juntos!
Y empezad con unos entrantes…
Que sean ligeros, que no os llenen desde el principio, sino quedareis saciados y no querréis comer más. Que sean frescos como el amor reciente levantado, inocentes como la sonrisa sincera de los niños, apetecibles como los amaneceres en las playas.
Unos buenos Primeros:
Hay muchos para elegir, cada día podéis optar por lo que os apetezca: Sopa de amor, gazpachito de corazón, pasta al dente y al alma, verduras de amistad, legumbres de fortaleza…
No olvidéis acompañar todos vuestros platos con esencia de paciencia, una pizca  de sal, cuatro montones de alegría, tres cucharadas de comprensión, dos chorritos de ilusión y una salsa con sabor de Vida.
Los segundos son el plato fuerte:
Los segundos os darán la fuerza y la energía para caminar en los momentos en los que la luz no os acompañe o no la veáis. Carnes, pescados, lasañas, todo ello requiere una buena cocción y un buen acompañamiento. No olvidéis que la presentación del plato también cuenta, no os descuidéis a vosotros mismos, cuidaos y mimaos, guardando vuestro espacio y compartiendo uno para los dos.
Los postres  son cada momento dulce de la Vida: Cada caricia, cada sonrisa, cada mirada de complicidad es como un pequeño profiterol. Cada ratico de risas compartidas, cada caña en el bar es como una tarta de queso. Cada alegría o cada tristeza en la cocina cuenta.
No olvidéis el agua limpia y clara, que despeja y cura las heridas. Y el vino, que como Jesús, acompaña los grandes momentos y es signo de unión, alianza y Vida.

Y recordad que el ingrediente principal, el que sólo encontrareis dentro de vosotros mismos y al que nunca podéis renunciar, es el AMOR.

Bon appétit!


Fotografía: Ramón Be.

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