Hipocondríaca
Todos
sus temores tenían una plasmación hipocondriaca en ella. Cuando tenía que
viajar en avión, los pies se le hinchaban llegando incluso a tener que ir
descalza ante la falta de zapatos tan grandes. Cuando empezaba un curso nuevo
en la universidad, la vista se le extraviaba, perdía audición de un oído y su
mano zurda quedaba paralizada ante un bolígrafo. Cuando se sacó el carnet de conducir no paraba de sangrar por
la nariz cada vez que se montaba en el coche. Pero lo peor llegó cuando se
enamoró.
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