17 julio 2013

Como un rayo de luz montado en bicicleta

   Y pasó Junio, como un rayo de luz montado en bicicleta (que cantaría Tontxu). Y julio ya casi, casi. Ayer con el santo de las Carmenes y Carmelos, que conocemos, que forman parte de nuestra vida. Un verano tardón, pero caluroso, que nos regala sueños con ventanas abiertas, gafas de sol y mangas cortas, olor a sal y acentos, alegrías y sacrificios, esfuerzos y penurias, recompensas por llegar, estrellas por alcanzar.
      Viajes de otros que uno siente como de sí mismo, porque va con ellos, en sus maletas, en sus enseres, en sus corazones y ojos. Viajes que alientan la imaginación, la alegría de saber que en otra parte del planeta, otra vida  y otro mundo es posible. Carencias cubiertas de amor.

     El otro día veía los Miserables por la tele, y qué poquico nos falta para volver a llegar  a esos extremos, pero no nos creamos el ombligo de la historia, y abramos los ojos para ver que ya hay mucha gente en ese extremo ya, pero no tiene voz.
Sólo cuando uno va a un tanatorio, le viene el recuerdo y el olor a muerte, sobretodo en verano, que parece que la anestesia de la felicidad superficial se nos inocula por via ultravioleta.

      Pero ya es mediados de Julio, aún quedan cosas por hacer, empeños que poner para que el universo conspire a nuestro favor, bendecida...


1 comentario:

  1. guauuu... no sé qué decir... sea como fuere, espero que los rayos ultravioletas te den podeeeerrrrr!!!

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