23 marzo 2017

En tablas



Sacar la cabeza supone todo un despliegue de artes. La pequeña salida se encuentra oscura y lejana, mientras mis manos intentan que mi cuerpo salga de la trinchera para poder respirar. Cuando ya he podido sacar la frente y la nariz, el oxígeno vuelve a ser limpio. Cojo aire y emprendo el siguiente ataque. Las manos junto con los brazos se retuercen en mil y un giros cual cometas. Buscan, intentan, luchan con una crucifixión de formas que den salida a sus interrogaciones.
Finalmente, el campo de batalla parece vacío, sólo quedo yo, con el jersey de cuello alto puesto esta vez del revés (para no variar).
Quedamos otra vez en tablas.

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