21 junio 2012

Relatos en cadena 3


Por lo que más quieras lávate bien esas manos antes de acostarte. – Vale mama, tranquila, ya me las lavo y me voy a la cama. Una noche más hizo caso a su madre al llegar  a casa. Cada miércoles era el mismo ritual: seleccionar alguien entre las noticias de sucesos de la ciudad, recabar información, y después lo de siempre, elegir un buen lugar para el entierro y volver a casa. Tenía clara la idea de justicia, los años en la facultad de derecho le habían abierto los ojos. Un caso menos para los juzgados.

Por lo que más quieras lávate bien esas manos antes de acostarte, gritaba mi madre a mi abuelo desde la cocina. Cada tarde volvía de su paseo lleno de polvo y con los zapatos de barro. Yo pensaba que era de ir a ver las obras de la ciudad, como hacían todos los jubilados del barrio. Pero mi abuelo sabia que sus manos manchadas no eran de estar apoyado en vallas amarillas. Nunca nos dijo lo que hacía, nos  tuvimos que enterar por los periódicos un mes después de su muerte. Mi madre nunca salió de su asombro, yo sonreía tímidamente, cada vez que lo recordaba…

1 comentario:

  1. ME COJO LA IDEA PARA HACERLA ALGUNA VEZ CON LOS CHAVALES... SALDRA ORIGINAL.. YA TE CONTARE!

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