Tenía un caballo y un dos, sólo necesitaba un poco
de suerte para ganar aquel siete y medio. Sudaba al ver cómo disfrutaba la
embaucadora crupier con aquella timba improvisada en el hielo. Jorge estaba a
mi derecha sentado, apenas podía mover el brazo derecho por el impacto recibido
y su cara ensangrentada no auguraba nada bueno. No pude ni despedirme de él,
fue levantar la carta y largarse enfurecido. Ramiro ya se había marchado en la
anterior mano asfixiado por la nieve. Como en un fusilamiento aguardé mi turno mirando a la crupier decidido a pedir
carta antes que plantarme. No recuerdo bien el momento en que di la vuelta al
naipe, sólo que me desperté en el hospital más próximo a la montaña. Supongo
que saqué un cinco.
¡Guau! ¡Qué intriga!
ResponderEliminarGracias madame Richmond ;)
ResponderEliminarA ver que pasa en la próxima partida de cartas...