Martes de carnaval era su día favorito del año. Ni
Navidad, ni verano, ni nada. Aquel día se tomaba vacaciones de verdad. Disfrazado,
caminaba por la calle ajeno al mundo, disfrutando de la maravillosa sensación
de sentirse un ser humano más. Aún le chocaba ver a pequeños con su uniforme de
trabajo, pero no le importaba, aquel día era suyo. Lejos de llantos, llamadas,
gritos o incendios. Este año había escogido ir de “espantapájaros”. Admiraba esa
inmovilidad, ese ver pasar la vida sin más. El año pasado “mimo” fue el disfraz
elegido. El silencio que mantuvo durante toda la jornada fue su mayor placer.
Se quedó viendo el concurso infantil y cuando el
presentador anunciaba el 2º premio, un niño disfrazado de superhéroe subía al escenario.
“Locos, no sabéis lo que decís”- pensaba viendo la
alegría del pequeño.
Justo entonces, la señora de peluca roja de la
tercera fila empezó a gritar que le habían robado la cartera y el móvil. Durante
unos segundos pensó en si debería ponerse el uniforme y trabajar. Pero la duda
quedó disipada al ver a los niños de superhéroes.
- “Vaaa, que lo hagan ellos, yo hoy estoy de Mardi gras.”
¡Genial tu relato, Cuarta Lobo! Estoy contigo en que por lo menos una vez al año hay que descansar de nosotros mismos. Feliz Mardi Gras para ti también. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias Alma Rural!! ;)
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