Pilar y Sergio lo saben, por eso esto va dedicado a ellos:
El
amor es como un libro de recetas…
Lo primero que se necesita, tanto en la
cocina como en la vida, es pasión. Hay que sentirse apasionado con algo, tener
pasión por algo, despertar la pasión en algo.
Antes de empezar a cocinar recibiréis
muchos consejos: “Que si esto se hace así, que acostúmbrate a que te salga asá,
que ya está todo hecho, que no te precipites…” Muchos de ellos vendrán de gente
que os quiere y sin ninguna mala intención, pero hasta que no estéis metidos en
harina no habrá consejo que valga. Uno debe de experimentar por si solo,
comprobar y tener experiencia para poder después opinar y extraer una lección.
Buscaos
unos buenos útiles de cocina: No escojas cualquier cuenco, ni cualquier
cuchara para remover. Elegid bien ya que ellos os ayudaran, os guiaran y os
facilitaran la vida. Los amigos, la familia y los compañeros serán esos útiles necesarios para la elaboración de cada plato que queráis
cocinar en la vida.
¡Así
que elaborad vuestro menú de amor para toda una vida juntos!
Y empezad con unos entrantes…
Que
sean ligeros, que no os llenen desde el principio, sino quedareis saciados y no
querréis comer más. Que sean frescos como el amor reciente levantado, inocentes
como la sonrisa sincera de los niños, apetecibles como los amaneceres en las
playas.
Unos buenos Primeros:
Hay
muchos para elegir, cada día podéis optar por lo que os apetezca: Sopa de amor,
gazpachito de corazón, pasta al dente y al alma, verduras de amistad, legumbres
de fortaleza…
No
olvidéis acompañar todos vuestros platos con esencia de paciencia, una
pizca de sal, cuatro montones de
alegría, tres cucharadas de comprensión, dos chorritos de ilusión y una salsa
con sabor de Vida.
Los segundos son el plato fuerte:
Los
segundos os darán la fuerza y la energía para caminar en los momentos en los
que la luz no os acompañe o no la veáis. Carnes, pescados, lasañas, todo ello
requiere una buena cocción y un buen acompañamiento. No olvidéis que la
presentación del plato también cuenta, no os descuidéis a vosotros mismos, cuidaos
y mimaos, guardando vuestro espacio y compartiendo uno para los dos.
Los postres son cada momento dulce de la Vida: Cada
caricia, cada sonrisa, cada mirada de complicidad es como un pequeño
profiterol. Cada ratico de risas compartidas, cada caña en el bar es como una
tarta de queso. Cada alegría o cada tristeza en la cocina cuenta.
No olvidéis el agua limpia y clara, que
despeja y cura las heridas. Y el vino, que como Jesús, acompaña los grandes
momentos y es signo de unión, alianza y Vida.
Y
recordad que el ingrediente principal, el que sólo encontrareis dentro de
vosotros mismos y al que nunca podéis renunciar, es el AMOR.
Bon
appétit!