30 octubre 2014

Conjugaciones



Conjugaciones

Su pasado no era imperfecto, en todo caso prefería un passé composé a la francesa. Vivir el presente es un infinitivo, no entendía la manía de la gente de cambiar los tiempos verbales. Sabía que los futuros están llenos de condicionales, tanto simples como compuestos. Detestaba los imperativos henchíos de poder. Y los gerundios nunca se le dieron bien, pero sus conjugaciones siempre terminaban cayendo y levantando.
Los verbos pronominales se le antojaban tan autosuficientes como egoístas. Y aunque la vida comenzara en la segunda terminación (nacer) y terminara en la tercera (morir), nada tendría sentido si no se usaba la primera (amar).

16 octubre 2014

Sesenta segundos, de Diego Asecas

   Septiembre ya se ha ido, Octubre empieza siempre después de los Pilares, y yo sigo esperando agua de mayo.
      Menos mal que Ismael saca disco, que César actúa en los madriles y que Diego Asecas nos acerca a la ternura más cotidiana con su poesía...

Sesenta segundos
es lo único que tiene
Sesenta segundos cada día
para poder disfrutar de ella

La primera vez que la vio
casi le pasó inadvertida
pues estaba entretenido observando
a un niño llorar porque no quería ir al colegio,
pero de repente,
justo cuando iba a desaparecer de su vista,
la vio y durante un breve lapso de tiempo,
sin que él se diera cuenta,
sus luces tintinearon más rápido de lo debido

A la mañana siguiente
ella reapareció, somnolienta,
con el caminar desgarbado
de aquellos que ya han interiorizado
cada uno de los pasos del camino
Vestía minifalda negra,
camiseta ajustada en la que se podía leer:
"no hacen falta poetas, hace falta poesía"
y un calcetin de cada color.
Durante aquellos sesenta segundos
se imaginó tumbado en su cama,
viendola vestirse con lo primero que pillaba,
sin reparar siquiera,
en aquellos calcetines desparejados
y fue feliz
Pero entonces llegó el último segundo
y ella desapareció hasta el día siguiente
Durante meses la observó
Fue voyeur de su vida
durante sesenta segundos diarios,
ese breve instante en que la vida cobra sentido

La vio sonreír
tararear canciones
frotarse las legañas
secarse restos de lágrimas
Le hirvió el neón el día que aquel capullo trajeado
tropezó con ella y siguió su camino,
hablando por el móvil,
sin tener la decencia de pedir perdón
La vio hermosa y con ojeras
maquillada
o con la cara lavada
y cada día durante esos sesenta segundos
sin que él, ni nadie, se dieran cuenta,
sus luces tintinearon más rápido de lo debido

Fue un lunes cualquiera
él la esperaba ansioso
pero ella no apareció
Ni el martes
ni el miércoles
ni ninguno de los restantes días
Nunca más la volvió a ver
y el mundo se volvió gris, triste y sin sentido
Poco a poco sus luces se fueron apagando,
primero el pie izquierdo,
después una mano
y así se fue quedando sin vida
hasta que todas las luces se apagaron
y fue reemplazado por otro semáforo

Se fue sin despedirse
sin poder decirle
que había sido la más rara y bella flor
en aquel jardín de asfalto

Lo que nunca supo
es que ella dejó de asistir a su cita
porque la echaron del trabajo.
Porque en este mundo de velocidades de vértigo,
de andar con prisa y a empujones,
cada vez están peor vistos
los calcetines desparejados,
las flores raras,
las personas que no se saltan los semáforos en rojo
y que son capaces de crear vida
parandose a disfrutar de ella
durante sesenta segundos